Lo primero que me ha llamado la atención es la implicación que los educadores que participan en este proyecto educativo mantienen en el entorno familiar de los adolescentes a los que educan, yendo incluso a sus casas o lugares de ocio a hablar con ellos y con sus padres. Aunque me parece una medida que resultaría algo extrema en cualquier otro contexto, tratándose aquí de personas en riesgo de exclusión social es algo muy importante y que realmente impulsa a los alumnos a seguir con sus estudios y a sus familias a apoyarlos. Los educadores de esta iniciativa ayudan mediante tutorías muy personalizadas con las familias a que estas se impliquen en mayor medida en la vida (tanto académica como social) de sus hijos para mejorar su rendimiento y calidad de vida en general y, según lo que vemos en el documental, parece funcionar bastante bien.
A lo largo del curso los alumnos tienen también una serie de tutorías en las que se trata su evolución. Con ellas los profesores pueden ver qué aspectos han mejorado y cuáles no y así, hablándolo con el alumno, poner remedio a la situación. Tener tutorías periódicas con los alumnos además de con los padres es una experiencia beneficiosa que, en mi experiencia, no se hace en todos los centros y aquí se realiza de manera muy adecuada.
En conclusión: el apartado concreto que me ha tocado analizar a mí se cumple en los centros pertenecientes a este proyecto superando ampliamente las expectativas y, en algunos casos, mejor que en centros de mayor prestigio.
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